

La película de Icíar Bollaín gira alrededor de Maixabel Lasa, viuda del político vasco asesinado por ETA, Juan María Jáuregui, y una de las primeras víctimas en acceder a entrevistarse con los asesinos de su marido en la cárcel, en el marco de los encuentros restaurativos impulsados en 2011 desde la llamada 'Vía Nanclares'.
Si hay algo que tienen en común los personajes, hombres o mujeres, del cine de Icíar Bollaín es que son luchadores, o si se prefiere, rebeldes, y se empeñan en mejorar, a cualquier precio, el mundo en el que les ha tocado vivir. Esto lleva a la directora de modo inevitable a abordar temas que despiertan pasiones encontradas. En el caso de Maixabel, el terrorismo de ETA y cómo superar el dolor que ha causado.
La propuesta de la cinta de propiciar encuentros entre víctimas y asesinos no parece fácil de asimilar en principio, aunque está avalada por la realidad, ya que su principal promotora ha sido Maixabel Lasa, viuda del político asesinado Juan María Jáuregui. El guion, espléndido, coescrito por la cineasta con Isa Campo, se adentra en los personajes mostrando cómo evolucionan en sus sentimientos y en su modo de pensar y actuar.
Un objetivo que se logra gracias al trabajo sobresaliente de Blanca Portillo, Luis Tosar y Urko Olazabal. La cinta, que avanza sin estridencias, llega a provocar una emoción profunda con su sencillez, sin excesos fáciles. Bollaín demuestra un dominio magistral de su oficio en la que es su película más redonda.
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