Se ha vuelto costumbre en esta villa que a diario sus vecinos se pregunten: ¿a quién le habrá tocado? Y no, no se trata de un premio de lotería ni de algo que se le parezca.
Se ha instalado en Herrera un terror primigenio que amenaza con exterminar la tradición de que sus vecinos mantengan las puertas de sus casas de par en par. La tranquilidad que siempre ha reinado se ve truncada por los acontecimientos que se llevan dando durante los últimos meses. Y es que el ambiente se antoja turbio por estos lares, reinando la inquietud de todos los habitantes que, impotentes, son testigos de cómo los amigos de lo ajeno campan a sus anchas sin que nadie les detenga, haciendo de las suyas aquí y allá con total impunidad.
Miedo, un miedo justificado a que esta panda de delincuentes desvalijen todo aquello que tanto cuesta conseguir, a que puedan actuar con violencia, a que destrocen todo a su paso, pero sobre todo, a que violen la intimidad, sin reparos, de todo hijo de vecino. Ya que sólo el pensar en que alguien ha estado hurgando entre tus cosas debe suponer un golpe bastante importante. Es por esto que la gente murmulla, que cierra sus puertas, que se vuelve incluso arisca. El pueblo entero está en alerta, deseando que todo esto acabe para volver a la normalidad, pero algo habrá cambiado: ya no abrirán sus puertas de par en par.
Todos clamamos una solución que parece lejana. Y es entonces, al ver que tal y como entran, salen; nace un sentimiento de impotencia, rencor e ira que con cada saqueo se avivan de forma considerable, llevando a un sector del pueblo a ponerse en la misma posición que estos delincuentes. Craso error. No debemos caer en su juego, no debemos ponernos a su nivel o pagaremos las consecuencias de algo que no merecemos. La Ley del Talión nunca fue la mejor opción para estos casos, dejemos que la justicia haga acto de presencia y al menos intente hacer pagar a estos individuos por sus fechorías. Bien claro quiero dejar que comprendo pero no comparto esto actos. No estamos en la Edad Media, señores.
Además, hay otros caminos más adecuados para todos por los que ya se está optando para combatir esta lacra. El pasado sábado, en la plaza de nuestro pueblo, comenzó a gestarse algo poderoso: la unión de todo un pueblo contra un mal común. Es el mejor arma con el que podemos combatir. Sigamos por ese camino. Y no olvidemos antes de señalar con el dedo que, a río revuelto, ganancia de pescadores.
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